Ineficiencias de mercado (1ª parte)

Una de mis frases favoritas de Platón está en el primer libro de la República, cuando Sócrates le explica a Glaucón que la gente sólo está dispuesta a gobernar porque quiere el dinero y el honor que recibirá con eso o por el miedo al castigo que recibiría si no lo hiciera. Yo encontré mi vocación cuando leí de qué se trataba el castigo:

Now the worst part of the punishment is that he who refuses to rule is liable to be ruled by one who is worse than himself.


Ahora que soy un iniciado en esto de las ciencias políticas y la economía, puedo decir que los peores que yo mismo son aquellos tan incompetentes como para no saber detectar una ineficiencia del mercado y ponerle solución...

Esto viene a cuento porque el otro día, a eso de las 2 de la tarde, iba de regreso a mi casa recién bañadito después de salir del GYM-O en el CIDE. Hacía calor, yo estaba muy cansado, había un tráfico de la chingadisísima y, de pilón, me tocó subirme a un autobús que iba retacado de gente.

Mientras luchaba con la frustración que me provocaba la perspectiva de pasarme 2 horas recorriendo Constituyentes a vuelta de rueda, aplastado entre gente sudorosa, acalorándome y sin poder sentarme para descansar mis pobres huesos, comencé a hacerme otra vez esas viejas preguntas que siempre vienen a mi mente cuando me encuentro en una situación así: ¿por qué hay tanto tráfico? ¿por qué a veces los camiones de esa línea se retacan de gente? ¿por qué yo debía ir parado si estaba tan desesperado por sentarme?

Inevitablemente, cada vez que me pongo a hacer esa clase de preguntas, llego a las misma conclusión de siempre: Yo debería gobernar esa ciudad, dado que no hay nadie mejor que yo haciéndolo... La diferencia fue que en esta ocasión se me ocurrió que debía escribir un post en mi blog sobre este tema.


El mercado de los asientos

La ineficiencia de mercado relacionada con la escasez de asientos en los camiones es bastante obvia: No existe un mercado. Sin embargo, lo sorprendente es que ¡NADIE PIENSA QUE ESTO SEA UNA INEFICIENCIA DE MERCADO!

Desde mi punto de vista, todo este asunto se parece mucho a la teoría que tenía John Locke de cómo se crearon los derechos de propiedad: Es necesario apropiarse de las cosas que están a disposición de todos antes de poder usarlas. Por supuesto, no se vale robar ni acaparar cosas que no vamos a poder usar, porque sería como robarle a todos los demás, pero la existencia de derechos de propiedad está de acuerdo con la ley natural.

Al principio basta con realizar algún esfuerzo para reclamar un derecho de propiedad (como el acto de cortar una manzana) porque "Dios nos da las cosas pingüemente", pero en algún momento se vuelve necesario hacer intercambios, ya sea porque hay escasez natural (como cuando ya no hay más tierra para reclamar) o porque algunos comienzan a acaparar bienes no perecederos que pueden usar después. El hecho de que esto sea necesario implica que no contradice al derecho natural. De hecho, es bueno, porque así la gente se vuelve industriosa, surge el comercio, las sociedades progresan, descubren la necesidad de establecer gobiernos, encuentran la justicia y alcanzan la felicidad.

Puesto en términos del mercado de asientos, "el chofer provee los asientos pingüemente". La costumbre social dicta que un asiento libre es del primero que lo toma y que nadie puede quitárselo si él no acepta levantarse voluntariamente de él (es decir, puede apropiárselo libremente y conservar su derecho de propiedad). Claro, la costumbre también dicta que nadie puede acaparar asientos con bolsas de mandado o niños pequeños... Todo eso está de acuerdo con el derecho natural y es igual al relato de Locke.

Sin embargo, el problema es cuando se acaban los asientos libres... En esta situación, ya se ha reclamado el derecho de propiedad sobre todos los asientos y la escasez debería provocar la aparición de un mercado, es decir, debería ser posible que alguien con disponibilidad a pagar (como alguien muy cansado que acaba de salir del GYM-O y tiene calor) ofreciera dinero a cambio de ese derecho y que se realizara una transacción si alguno de los que van sentados estuviera dispuesto a ser pagado.

Luego del mercado vendrían todas las otras cosas buenas que dice Locke. Pero no es así. He pensado en varias explicaciones, pero no imagino cuál pueda ser la correcta.

1. Tal vez la gente crea que sería descortés ofrecerle dinero a alguien a cambio de un asiento… muchas reglas que rigen la manera de comportarse en un autobús son bastante irracionales, como aquella de ocupar los asientos dejando el máximo espacio posible entre uno y el resto de los pasajeros, o su corolario de no sentarse junto a alguien si aún hay asientos dobles libres (sin importar si crees haber descubierto el amor a primera vista). Además, abordar a alguien para comprarle su asiento no parece eficiente, porque esa persona puede querer ejercer un poder monopólico y sería difícil forzarlo a competir con otras personas con asientos.

2 Tal vez a nadie se le ha ocurrido un buen mecanismo para encontrar los precios de reserva de compradores y vendedores… una subasta tomaría demasiado tiempo y sería difícil de organizar, mientras que por otro lado, sería muy raro que todos anduvieran con carteles anunciando su disponibilidad a comprar y vender asientos para que todos pudieran calcular fácilmente cuál será el precio del mercado.

3. Puede ser que todos crean que los choferes de los camiones no permitirían la existencia de un mercado así; después de todo, es su camión y ellos no se estarían llevando nada, pero ¿cómo podrían impedir que existiera un mercado así?

4. Tal vez nadie quiera que aparezcan oportunistas que decidan vivir de sus ganancias vendiendo asientos, o que la cortesía con las mujeres embarazadas desaparezca por culpa del egoísmo de las personas. Sin embargo, no veo por qué esto sería necesariamente malo, además, siempre habrá buenos samaritanos que quieran hacer caridad.

En mi opinión, una buena solución sería quitar la regla de la costumbre y dejar que el chalán de los choferes se dedicara a administrar los asientos a cambio de una pequeña comisión. Eso les daría algo mejor qué hacer a esos personajes parásitos que poner su música reguetonera y andar gritando “súbale, súbale!”. Al mismo tiempo, se lograrían mejorías de Pareto que harían más felices a todos los pasajeros. Sólo habría que determinar qué significaría "pequeña comisión".

Comentarios

Josh dijo…
Hola


he leído detenidamente tu reflexión, hay cosas en las que estoy de acuerdo, como el hecho de que todos o por lo menos eso espero, en condiciones estresantes y odiosas comenzamos a idear acciones efectivas para disipar un problema, que antes de la ocasión en la que nos encontramos no habíamos intentado resolver.


El problema de los autobuses es verdaderamente terrible, al menos mis experiencias van desde las más malas, hasta las más pasable.


Es cierto que la costumbre ha hecho que nuestro comportamiento en un autobús sea de una forma dada, sin embargo las cosas que nos van pasando hacen que esas conductas se vayan modificando, como el hecho de pararse y darle el asiento a una mujer.


Ejemplo. Se paran dos pasajeros y bajan, yo me iba a sentar, pero aun lado mío venia una chica, así que por educación, le ofrecí pasar primero, y que crees...prau!!! que se pasa ella, con todo y chicle, porque el chavo que estaba más adelante era su novio...queeee como pudo hacer esoooooo, pero bueno.


Lo de tu idea de un mercado y su posible administración me parece tosca, en primera como bien lo dices tú, los chales pues nada más no hacen nada, pero la simple idea de crear una mafia con los asientos, me traslada a una sociedad aún más dañada que la actual.


Ya me imagino en cuanto me venderían un mendigo asiento, ja! si así ponen caras los tipos, ahora con esa exclusividad, que pasaría jajajaja


Bueno mejor me retiro ya me explaye mucho.


bye