Cosas subvaloradas

Recientemente me he puesto a observarme a mí mismo, a mis conocidos y a la gente en la calle y he llegado a la conclusión de que los seres humanos no somos muy capaces para identificar las cosas que nos traerán éxito, salud, fortuna, amor y bienestar.

Un ejemplo es una señora indígena que vende pequeños cestos de mimbre en la calle. Estoy seguro que no es un buen negocio: los cestos son exactamente iguales a los que todas las otras vendedoras de cestos hacen y no creo que haya mucha gente que pase por ahí y diga "vaya! qué bueno que encuentro a la señora de los pequeños cestos, eso es justo lo que necesitaba".

Imagino que esa señora decidió dedicarse justamente a eso porque es lo único que sabe hacer en el mundo para ganarse la vida; sin embargo, puedo apostar que casi cualquier otra actividad le dejaría más dinero que eso. ¿Será que intentar algo nuevo está tan increíblemente lejos de su concepción del mundo que jamás se le va ocurrir?

Esto me hace pensar en la gente que pone pequeñas pizzerías o cafés Internet. ¿Por qué no se dan cuenta de que estas cosas jamás serán un buen negocio? ¿Por qué si quieren invertir en algo no van por algo más riesgoso y rentable?


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En una situación relacionada estamos todos aquellos que vamos por la vida preguntándonos por qué las personas no se sienten atraídas por nosotros. La ciencia ha demostrado que los seres humanos usamos una serie de señales para determinar si nos gusta una persona, si vamos a confiar en ella o si le vamos a dar un empleo --justo de la misma manera que usamos a las marcas comerciales como señales para decidir si compramos un producto--.

Una decisión absolutamente racional sería hacer inversiones para adquirir esas señales: tener un buen peinado, ropa decente y bien combinada, una linda sonrisa, un olor agradable, piel limpia, carisma, una figura en triángulo (para hombres) o en ocho (para mujeres), además de los símbolos de estatus.... Sin embargo, la gente no se enfoca en eso.

Yo reconozco que no tengo absolutamente ninguna idea de cómo hacer algunas de estas cosas (como tener un peinado que me haga ver bien, por ejemplo), pero me pregunto si el problema de los gordos, los malpeinados, los que visten como criminales y los que parece que se arreglan cada mañana en la más completa oscuridad es que son como yo y no saben cómo mejorar, o si más bien no son consientes de que los seres humanos damos importancia a estas cosas.

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Un último caso es el de toda esa gente que jamás ordena sus prioridades. Hay quienes dedican muchos esfuerzos a actividades que les convendría delegar o a proyectos que no les dejarán nada. Hay quienes gastan todo su ingreso en pequeños placeres presentes, en lugar de ahorrar para comprar conocimientos o gadgets que mejoren significativamente su calidad de vida o su productividad. Hay quienes de pronto se dan cuenta de que han desperdiciado su vida y no han cumplido sus sueños, o peor aun, quienes no se dan cuenta. Y así sigue la lista.

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Creo que un buen negocio sería el vender a la gente el servicio de guiar sus vidas: qué riesgos tomar, en qué cosas invertir, qué actitudes cambiar, qué hábitos tener.

Si muchos somos tan incompetentes para darnos cuenta de lo que nos conviene o para saber cómo hacerlo, no suena tan descabellado el delegar esa tarea a alguien que sí sepa. Por supuesto, habrá quienes piensen que esto suena a renunciar al control que tenemos sobre nuestras vidas, pero ¿de verdad usamos bien este control? Ciertamente, no estoy diciendo que hay que ceder por completo el control de nuestras vidas. Más bien sugiero que lo cedamos en aquellas en las que descubramos que somos incompetentes. Además, la responsabilidad de que se llevaran a cabo las acciones que estos guías nos recomendaran seguiría siendo nuestra.

Imaginen un mundo donde asesores entrenados nos dicen cómo vivir nuestras vidas para ser más eficientes, más exitosos, más atractivos y más felices. ¿No sería como la revolución que la división del trabajo y la especialización trajeron al mundo? Nuestras funciones de producción personal aumentarían y el mundo sería un mejor lugar para vivir. Al menos sería mucho más cómodo no tener que estresarse por esas cosas sobre las que no sabemos decidir.

Yo sí que pagaría por algo así, pero hasta que más gente se de cuenta de que vale la pena, difícilmente aparecerá un mercado. Qué mal por los seres humanos que no sabemos valorar algunas buenas ideas.

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