Introducción a la incompetencia (o el festival de la autocompasión)

Hace rato que no pongo nada nuevo e interesante en este blog… la verdad es que he estado escribiendo varias cosas para mi consumo personal y lo he descuidado. Afortunadamente para mis lectores habituales, recordé que en alguna ocasión se me ocurrió que el blog era una especie de monumento a mi sociopatía. Visto desde esa perspectiva, las cosas con las que he andado ocupado no parecen tan inadecuadas para el tono habitual del blog. Por eso, se me ocurrió que podría publicar algo, aunque sea bastante distinto a los otros posts.

En un post anterior (Cosas Subvaloradas) mencioné que soy bastante incompetente para muchas cosas y en aquella ocasión me quejé de que no existiesen asesores que vinieran a arreglarnos la vida. La verdad es que el tema de la incompetencia me ha resultado bastante interesante desde que leí un paper llamado “Unskilled and Unaware of It: How Difficulties in Recognizing One's Own Incompetence Lead to Inflated Self-Assessments” . En este (casi divertido) texto, los autores desarrollan una serie de experimentos para probar dos cosas: la gente incompetente es incapaz de reconocer su propia incompetencia y es incapaz de reconocer la competencia de otros cuando la ve.

A partir de ese texto y del reconocimiento que hice que soy un fracaso social, me he puesto a tratar de averiguar cuáles son mis fallos y a qué se deben. Llegué a la conclusión de que las hipótesis del paper no se cumplen por completo conmigo: yo sí puedo identificar mi propia incompetencia y detectar la competencia de los demás. Mi problema es que no puedo identificar las causas de mi incompetencia ni las soluciones que me volverían tan competente como el hombre promedio para relacionarme con otras personas.

Ciertamente no soy un psicólogo, ni creo que pueda aspirar a serlo después de haber leído sólo un paper y algunos artículos de la Wikipedia, pero justamente por eso estoy lleno de dudas existenciales: ¿Cuál es la causa de que yo pueda identificar algunos rasgos de mi incompetencia y otros no? ¿Acaso se debe a que en realidad no soy tan incompetente y lo que me confunde es el entorno en el que vivo? (yo lo llamo la teoría del miasma) ¿O acaso soy verdaderamente incompetente y lo que yo creo saber es tan redomadamente absurdo que sólo demuestra que el paper tiene razón?

Esto puede parecer una reflexión bastante inútil (y probablemente lo es), pero me parece un buen marco para introducir algunas de las reflexiones que siguen. Cuando tengo la fuerza de voluntad o la glucosa bajas (como ahora) suelo caer en lo que algunos llaman “malviajes”. Mi mente divaga tratando de racionalizar las cosas que me incomodan y al no poder hacerlo (o al descubrir cosas verdaderamente desagradables), entro en una especie de estado depresivo que refuerza el mecanismo malviajante. Entre los siguientes posts ustedes encontrarán algunas de las reflexiones menos embarazosas que han salido de mi mente en esos momentos. Ustedes podrán juzgar estas ideas y decirme cuál de mis dos teorías es la verdadera.

***Un asunto: En alguna ocasión que charlé sobre algunas de estas cosas recibí una de las contestaciones más sorprendentes y brillantes que he recibido jamás: “¡Deja de compadecerte de ti mismo!”. Hasta ese momento no se me había ocurrido que hubiera estado haciendo eso, pero después me pareció evidente que así era. Desde entonces he estado tratando de pensar en una estrategia para no hacerlo. Por supuesto, pude haber tratado de arreglar mi vida y hacer que la autocompasión se volviera innecesaria, pero la tarea me resultó escalofriantemente exigente, así que probé otros medios.

Mi enfoque inicial fue recordar que lo que me hacía feliz hace mucho tiempo era mi absoluta misantropía y mis planes de vida obtenidos a partir de mi teoría de la felicidad. Con el tiempo me di cuenta de que volver a ese esquema no era tan sencillo como parecía originalmente (por exactamente las mismas circunstancias que me sacaron de él en primer lugar), así que cambié de dirección y me mantuve en dos piernas con base en fuerza de voluntad (para evitar malos pensamientos) y una vida ocupada. Funciona, excepto cuando recibo algún estímulo externo desequilibrante (algo que me haga recordar lo que hace que tenga autocompasión) o cuando estoy muy cansado y mi cerebro se vuelve incapaz de mantener la fuerza de voluntad.

Pero bueno, esto lo comento porque los posts de este tema están plagados de autocompasión. De todos modos, creo que los pueden encontrar interesantes, aunque sea porque están escritos con el habitual estilo de analizar racionalmente cosas absolutamente intrascendentes.

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